Desde nuestra llegada al hotel Kamandalu, todo ha ido surgiendo de manera especial, cada detalle ha sido cuidado y mimado y aquí todos, a diario y en su pobreza te regalan como mínimo un millón de sonrisas.
Sus rincones son mágicos, en la foto podéis ver el Templo de Tanah Lot,que durante la marea baja, queda aislado e inaccesible, haciendo de él un lugar fascinante.
El parque de los monos también es diferente, hay grandes arboles repletos de enormes murciélagos, que son tranquilos y te permiten darles de beber y tocarlos.
Los monos se vuelven locos con los turistas porque les damos de comer, así que te asaltan el espacio, dejándote una sensación muy curiosa jeje.
El segundo día en Ubud, hemos asistido a una Danza Balinesa, un espectáculo de lo más singular, increíbles sus vestuarios y maquillajes...
La música aquí tiene solo 6 notas así que el sonido es divertido pero repetitivo, se te mete en el cuerpo e intentas imitarlos al escucharlo en cualquier parte jejje